Capítulo 26

DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

26.1– Todos los santos, que están unidos a Jesucristo, su cabeza, por su espíritu y por la fe, tienen comunión con Él en sus gracias, sufrimientos, muerte, resurrección y gloria.1 Y están unidos unos a otros en amor, tienen comunión en sus mutuos dones y gracias,2 y están obligados al cumplimiento de tales deberes, públicos y privados, que conducen a su mutuo bien, tanto en el hombre interior como en el exterior.3

  1. 1 Juan 1:3; Efesios 3:16-19; Juan 1:16; Efesios 2:5-6; Filipenses 3:10; Romanos 6:5-6; 2 Timoteo 2:12
  2. Efesios 4:15-16; 1 Corintios 12:7; 1 Corintios 3:21-23; Colosenses 2:19
  3. 1 Tesalonicenses 5:11, 14; Romanos 1:11-12, 14; Gálatas 6:10; 1 Juan 3:16-18

26.2– Los santos por su profesión están obligados a mantener una comunión y un compañerismo santos en la adoración a Dios, y a realizar los otros servicios espirituales que promueven su edificación mutua;4 y también a socorrerse los unos a los otros en las cosas externas, de acuerdo con sus diferentes habilidades y necesidades. Esta comunión debe extenderse, según Dios presente la oportunidad, a todos aquellos que en todas partes invocan el nombre del Señor Jesús.5

  1. Hebreos 10:24-25; Hechos 2:42, 46; Isaías 2:3; 1 Corintios 11:20
  2. Hechos 2:44-45; 1 Juan 3:17; Hechos 11:29-30; 2 Corintios 8 y 9

26.3– Esta comunión que los santos tienen con Cristo, no les hace ninguna manera partícipes de la sustancia de la divinidad, ni ser iguales a Cristo en ningún respecto; el afirmar cualquiera de estas cosas sería impiedad y blasfemia.6 Tampoco la mutua comunión como santos invalida o infringe el título o propiedad que cada hombre tiene sobre sus bienes y posesiones.7

  1. Isaías 42:8; Colosenses 1:18-19, 1 Corintios 8:6; Salmo 45:7; 1 Timoteo 6:15-16; Hebreos 1:8-9
  2. Hechos 5:4; Éxodo 20:15; Efesios 4:28