DE LA ADORACIÓN RELIGIOSA Y DEL DÍA DE REPOSO
21.1– La luz de la naturaleza muestra que hay un Dios que tiene señorío y soberanía sobre todo; es bueno y hace bien a todos; y que, por tanto, debe ser temido, amado, alabado, invocado, creído y servido con toda el alma, con todo el corazón y con todas las fuerzas.1 Pero el modo aceptable de adorar al verdadero Dios es instituido por Él mismo, y está tan limitado por su propia voluntad revelada, que no se debe adorar a Dios conforme a las imaginaciones e invenciones de los hombres o las sugerencias de Satanás, bajo ninguna representación visible o en ningún otro modo no prescrito en las Santas Escrituras.2
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21.2– La adoración religiosa ha de darse a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y a Él solamente;3 no a los ángeles, ni a los santos, ni a ninguna otra criatura;4 y desde la caída, no sin algún mediador, ni por la mediación de algún otro, sino solamente de Cristo.5
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21.3– Siendo la oración, con acción de gracias, una parte especial de la adoración religiosa,6 Dios la exige de todos los hombres;7 y para que pueda ser aceptada debe hacerse en el nombre del Hijo,8 con la ayuda del Espíritu,9 conforme a su voluntad,10 con entendimiento, reverencia, humildad, fervor, fe, amor y perseverancia;11 y si se hace oralmente, en una lengua conocida.12
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21.4– La oración ha de hacerse por cosas lícitas,13 y a favor de toda clase de personas vivas, o que vivirán más adelante;14 pero no a favor de los muertos15 ni de aquellos de quienes se pueda saber que hayan cometido el pecado de muerte.16
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21.5– La lectura de las Escrituras con temor reverencial,17 la sólida predicación,18 y el escuchar conscientemente la Palabra, en obediencia a Dios, con entendimiento, fe y reverencia;19 el cantar salmos con gracia en el corazón,20 y también la debida administración y la recepción digna de los sacramentos instituidos por Cristo, son partes de la adoración religiosa regular a Dios;21 y además, los juramentos religiosos,22 los votos,23 los ayunos solemnes,24 y las acciones de gracias en ocasiones especiales,25 han de usarse, en sus tiempos respectivos, de una manera santa y religiosa.26
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21.6– Ahora, en el evangelio, ni la oración ni ninguna otra parte de la adoración religiosa están limitadas a un lugar, ni son más aceptables por el lugar en que se realizan, o hacia el cual se dirigen;27 sino que Dios ha de ser adorado en todas partes28 en espíritu y en verdad;29 tanto en lo privado en las familias30 diariamente,31 y en secreto cada uno por sí mismo;32 así como de una manera más solemne en las reuniones públicas, las cuales no han de descuidarse ni abandonarse voluntariamente o por negligencia, cuando Dios por su Palabra y providencia nos llama a ellas.33
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21.7– Así como es ley de la naturaleza que, en general, una proporción debida de tiempo se dedique a la adoración de Dios, así también en su Palabra, por un mandamiento positivo, moral y perpetuo que obliga a todos los hombres en todos los tiempos, Dios ha señalado particularmente un día de cada siete, para que sea guardado como un reposo santo para Él;34 y desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo, este día fue el último de la semana; y desde la resurrección de Cristo fue cambiado al primer día de la semana,35 que en las Escrituras recibe el nombre de “día del Señor”36 y debe ser perpetuado hasta el fin del mundo como el día del reposo cristiano.37
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21.8– Este día de reposo se guarda santo para el Señor cuando los hombres, después de la debida preparación de su corazón y arreglados con anticipación todos sus asuntos ordinarios, no solamente guardan un santo descanso durante todo el día, de sus propias labores, palabras y pensamientos, acerca de sus empleos y diversiones mundanas,38 sino que también dedican todo el tiempo al ejercicio de la adoración pública y privada, y en los deberes de caridad y de misericordia.39
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